“Frankenstein sin identidad en una de las tonterías mas grandes donde ha tenido que participar”
El actor, guionista y escritor de comics Kevin Grevioux, responsable del libreto de “Underworld” entre otras, creó en 2003 una novela gráfica titulada “I, Frankenstein”, la cual ha sido llevada a la gran pantalla por Stuart Beattie, guionista de “Piratas del Caribe” o “30 días de oscuridad”, para las productoras Lionsgate y Lakeshore Entertainment, si aquellas que dieron luz verde a la saga “Underworld”… y es que las coincidencias no son pocas.
Porque si ya estamos ante una novela gráfica algo desangelada, especialmente por su falta de originalidad y por su poco apego al personaje, mítico, de Frankenstein, su adaptación no arregla absolutamente nada. Y es que si en “Underworld” teníamos una lucha entre hombres lobo y vampiros aquí la tenemos entre gárgolas y demonios, pero con el monstruo de Frankenstein de por medio, un monstruo del que hablaré mas adelante porque tiene traca.
Dentro del reparto nos encontramos con rostros reconocibles entre los aficionados. Así al mítico monstruo lo interpreta Aaron Eckhart, el reciente “Dos caras” de “Batman, el caballero oscuro”, Yvonne Strahovski, de la serie “Dexter”, Miranda Otto, la Eowyn de la saga “El señor de los anillos”, Bill Nighy, el malo malísimo de la saga “Underworld”, el propio Kevin Grevioux, Caitlin Stasey vista el año pasado en “All Cheerleaders Die”, Nicholas Bell de la mítica “Dark City”, o Bruce Spence, el malo de “Mad Max 2”.
¿Y qué nos ofrece esta “Yo, Frankenstein”? Pues un refrito del cine actual palomitero de monstruitos. Véase, “Underworld”, “Van Helsing”, “Blade”, “La liga de los hombres extraordinarios”, y demás. Vamos un producto de consumo rápido, que en esta ocasión ha resultado ser un fiasco mayor. Porque el descalabro en la taquilla ha sido de aúpa, y, en esta ocasión, este descalabro es del todo merecido.
Porque esta cinta, principalmente, no tiene alma. Stuart Beattie adapta esta, floja, novela gráfica, de una manera excesivamente burda, y en su intento de crear otra saga de éxito tipo “Underworld” le sale el tiro por la culata.
Y si, tenemos un buen diseño de producción, y unos, aceptables, efectos digitales. Digo aceptables ya que con el dinero gastado en este departamento no puedo sino pedir justo lo que vi, donde, por cierto, tampoco es que haya demasiadas florituras. Y es que todos los productos de este tipo provenientes de la meca del cine son iguales, parecen unos calcos de los otros, y, productores míos, esto empieza a cansarnos, más aún si la cinta no da algo más.
También es muy destacable la fotografía, donde vemos un trabajo similar a “Matrix”, o “Underworld, la rebelión de los licántropos”, de hecho trabajó en ambos títulos. La banda sonora cumple, aunque sigue siendo más de lo mismo, y el montaje, si bien tiene cierto dinamismo, pudo ser algo menos clásico. Porque un servidor está cansado de este tipo de productos que se copian unos a otros tan descaradamente, que queréis que os diga.
Por otra parte la caracterización de las gárgolas no me acabó de convencer, hasta eché de menos a las geniales gárgolas vistas en “Gargoyles” en 1972, creación, cutre pero deliciosa, de todo un Stan Winston. Y los demonios, pues más de lo mismo, si, otra vez. Al menos sus batallas cumplen. Están grabadas con buen ritmo, y aunque están plagadas de trampas, tipo las explosiones rojas o azuladas según quién haya muerto, las cuales están forzadísimas, los cambios bruscos de cámara o algunos efectos demasiado exagerados, los resultados finales son buenos, vamos que entretienen que es de lo que se trata todo esto.
La historia, como ya apunté, es bastante pobre. Y aquí entramos a hablar de nuestro bien amado monstruo, al cual, y que alguien me lo explique por favor, le renombran como Adam, ¡vamos ya! Este detalle me pareció una broma de muy mal gusto. Porque si la cinta empieza de forma más que correcta mostrándonos la historia de la creación del monstruo a manos del doctor Frankenstein, poco a poco esta ese va desvirtuando hasta límites insospechados. Porque tenemos a un monstruo de gimnasio, y así nos lo hacen ver en una escena destinadas a las legiones de chicas adolescentes. Donde vemos a un “Chico de gimnasio” con algunas cicatrices y listo. Si Mary Shelley levantara cabeza…
Y no, no diré nada de que este monstruo está compuesto por trozos humanos de varios hombres, porque creo que en esta creación del personaje este matiz se olvidó. Y hasta se olvidaron, en varias ocasiones, en retocar las cicatrices del monstruo, ya que desaparecen misteriosamente, especialmente en el tramo final.
Además la interpretación de Aaron Eckhart deja bastante que desear, aunque no creo que ni el mismo supiera lo que estaba haciendo. Bueno, ni él ni el resto del elenco, el cual está perdido durante todo el metraje, bueno o perdido o copiando otros trabajos propios, como el clamoroso caso de Bill Nighy.
Y, por si fuera poco, el final de la cinta trata de prepararnos para mas continuaciones, con el afán de crear una especie de superhéroe, a lo “Batman” que solo faltaba el focazo, con este nuevo Frankenstein, al cual deberían haber respetado mas y al cual le deberían haber, al menos, dado una identidad propia. Porque en los últimos años estamos viendo como se está tratando de actualizar a nuestros monstruos míticos, y en algunas ocasiones se está consiguiendo. Y en estas ocasiones lo primero que se nota es el amor por el personaje, amor que en esta cinta no aparecen por ningún lado, desgraciadamente.
La Mansion del Terror - 4.3
4.3
Género; Monstruos - Frankenstein - Demonios