“Penosa película que entremezcla el universo vampiro con el del rock”
El último trabajo de Christopher Forbes es un lamentable ejemplo de cómo no hacer una película. Con un guión patético, que viene a ser una especie de documental sobre un grupo de música, su grupo real, formado por vampiros, y unas calidades técnicas nefastas, parece estar grabado con una cámara de fotos. Nos llega este producto donde lo más, y único, destacado es la presencia de la mítica Screem Queen Linea Quigley, la cual está trabajando en productos de presupuestos y calidades nefastos, si bien siempre se caracterizó por participar en películas de bajo presupuesto dentro de la serie B y Z con este trabajo toca fondo. Lejos ya parecen sus grandes apariciones en títulos como El regreso de los muertos vivientes, 1985, o La noche de los demonios, 1988.
Porque del resto del elenco poco se puede decir, todos forman parte de la crew de Forbes, quién ya dirigió otros títulos de género, como Basketweave en 2006, y del grupo musical que da nombre al de la película, del propio Forbes también.
Seremos testigos de la investigación de una agente del FBI de una serie de misteriosas muertes siempre relacionadas con los conciertos de la banda Theater peace, los cuales se catalogan como vampiros. Estos tratan mediante la música de poder alimentarse, aunque el Dr. Redman, líder de la banda, quiere dar el salto a la gran ciudad sin saber que solo La Reina tiene poder para tomar este tipo de decisiones.
Hacía mucho tiempo que no veía un título tan malo, pero malo en todos y cada uno de los sentidos. El guión no hay por donde cogerlo, porque tratar de similar un documental sobre una banda de rock no se les dio nada bien. Los numeritos musicales son de pena, la dirección patética, las actuaciones irrisorias, las distintas calidades técnicas muy, excesivamente, flojas, con un montaje a trompicones, y así todo.
Porque lo único que se puede destacar es la aparición de Linnea Quigley, la cual no hace, ni puede, nada por el bien de la película. Y las músicas de la banda en cuestión son muy malas y están peor grabadas, en serio.
Porque de los 85 minutos de duración solo podemos estacar algún destape y algún ataque vampírico, aunque en total en toda la cinta haya apenas siete. Pporque esta película es más bien un suplicio, no funciona ni como documental ni como largometraje ni como nada, solo desespera y dan ganas de avanzarla constantemente. Porque, además, los continuos videoclips que vemos de la banda son muy simples y malos, además que los play backs están fatal trabajados por parte de todo el mundo, tanto músicos como técnicos.
Por lo que no queda nada que poder decir de este título, a sí, que hay algo de destape y un par de momentos con sangre, que no gore, porque no encuentro nada más que poder comentar, de hecho salvo la parte central de uno de los últimos temas que vemos, el que es más potente, puede aprobar, del resto de la música no salvo nada, aunque aquí entra directamente el gusto personal de cada uno.
Y por si fuera poco el final no está cerrado y nos deja más bien con cara de tontos por haber aceptado a ver esta “película”. Penosa película que entremezcla el universo vampiro con el del rock, como ya hemos visto en no pocas ocasiones, pero con vampiros diurnos que no aportan nada, absolutamente nada.
De hecho el gran reclamo es la genial Linnea Quigley, pero esta está venida a menos y encima molesta más que gente como Forbes se aprovechen de ella para tratar de publicitar su mierda de grupo. Mira que es raro en mi pero esta película NO se la recomiendo a nadie, ni a los fans de Linnea Quigley, que ya piqué yo y con uno vale.
La Mansion del Terror
Género; Vampiros - Música / Musical