Crítica- Vampiros anónimos (2003)

“Comedia vampírica menor”

Michael Keller co-escribe, dirige y produce esta comedia vampírica que parte con una buena premisa pero que no acaba de funcionar. Curiosamente ha obtenido gran distribución, haciéndome pensar nuevamente que harán X personas para conseguir que se les distribuyan trabajos auto producidos y de baja calidad, no obstante posteriormente Keller solo ha rodado varios documentales sobre póquer. En el elenco encontramos a todo un Michael Madsen, el cual tiene un bagaje dentro de la serie B norteamericana enorme, así todavía le vemos aparecer en innumerables producciones de este tipo, aparte la cinta está protagonizada por Paul Popowich, visto en Los chicos del maíz 666, el regreso de Isaac, 1999, o Vlad, 2003, el resto del elenco son habituales secundarios de series de televisión, sin nada reseñable dentro del género.

La sinopsis es suficientemente clara como para ampliarla. Pues bien, viendo esta interesante premisa nos esperamos algo, al menos, interesante o curioso, y lo que nos encontramos es una película que comienza creando cierto interés para ir flojeando de a poco hasta llegar a límites increíbles. Porque la dirección de Michael Keller es bastante catastrófica y no consigue insuflar nada de fuerza, garra o interés a su producto, además siendo el mismo uno de los guionistas cabría la esperanza de ver algo distinto a lo que vemos.

Las calidades son justitas, nada reseñables. La banda sonora es muy repetitiva y no acaba de conjugar adecuadamente con la propia película, ¿Porqué nadie explica el porque de ese estilo musical? Escuchamos música Mod y nuestro protagonista no parece serlo, ni nadie en todo el metraje, vamos un sin sentido total. La fotografía es bastante floja igualmente, si bien nuestros vampiros salen a la luz del día ayudados de una crema solar del nº 30 cuando llega la noche la fotografía se resiente hasta límites insospechados, y si a esto le sumamos que la comedia no funciona en casi ningún momento y que la sangre se hace desear, pues tenemos un producto bastante mediocre.

Me sorprendió muchísimo el papel de Madsen, un vampiro tutor que está caracterizado de forma patética ¿Nadie en todo el rodaje no dijo nada de lo cutre de las barbas que le van poniendo? Además de ser en cada secuencia distintas, o mas poblada o menos, o mas cerradas o menos. Lamentable.

De todas formas las actuaciones del elenco principal son aceptables, no así sus flojos perfiles, aunque hay que decir que Madsen está como ausente, sale poco y encima en el tramo final desaparece misteriosamente. Paul Popowich sobreactúa en demasiados momentos, eso que es el protagonista de los mejores momentos, como el masaje cardíaco a una oveja, con las ovejas es donde mas puntos cómicos encontramos, con los clásicos pueblerinos amantes de estas, etc.

Al menos tenemos algún momento gore, pero deja con ganas de bastante mas al ser los elementos cómicos tan flojos, casi lo mismo que pasa con la caza vampiros, que parece una Bloody Mallory pero en cutre, muy cutre, que hasta usa una técnica que puede recordar a la del lobo en Caperucita, y que no me hizo nada de gracia.
Y para colmo el final está muy estirado, y hasta que no nos muestran el happy end de turno, deudor a su vez de las comedias de género ochenteras, no nos dejan tranquilos.

En definitiva, un producto menor que ha conseguido buena distribución y que no deja de ser un intento a lo cutre de crear una historia interesante de vampiros y comedia, pero que fracasa estrepitosamente debido a las malas maneras de Michael Keller. No solo es importante tener una idea original curiosa, hay que saber plasmarla en pantalla y darle algún tipo de sentido.

Óscar Arias