“Flojo drama, salpicado de terror, que no engaña a nadie.”
Me resulta muy molesto, y estoy siendo políticamente correcto, que me vendan una película de cualquier género cinematográfico como si fuese de terror, y más aún pintándola como terror clásico y contundente. Y resulte que de terror nada. O peor aún, como pasa en esta “La mina”, que el terror, mas puramente llamado como tal, solo tiene cabida en la escena inicial y el desenlace de la película. Teniendo este que ver bien poco con todo lo que nos muestra la película en los 94 minutos de duración.
Que sí, que lo llamaremos thriller, drama rural o lo que se quiera. Pero, por favor, que a nadie se le ocurra tratarlo de “American gothic” o terror. Que menuda broma. Pero lo peor de todo es que si uno ve el trailer ya empieza la estafa. Porque si se hace una cinta de X género y se meten pinceladas de terror, o una resolución cercana a algún subgénero, como pueda ser el slasher, me parece perfecto. Y les daré una tremenda enhorabuena. Pero esto no. Señor Miguel Ángel Jiménez, así desde luego que no.
Porque la cinta tiene una buena ambientación y fotografía, una buena banda sonora y los rubros técnicos, en mayor medida, cumplen sobradamente. Pero el guión y actuaciones dejan bastante que desear. Y en varios de los casos no por mal hacer del actor, sino por la creación del personaje. Y que no se me olvide, el uso de los paisajes naturales es muy bueno, las cosas como son.
Aparte,me parece perfecto darle la oportunidad de debutar al cantante Matt Horan, ¿pero mostrarle de esta manera? Parece que esté posando constantemente, no lo entiendo. Porque su defensa del texto es buena, pero sus gestos y ademanes me resultaron del todo inverosímiles. De hecho el elenco en general está como perdido en su totalidad. Así Jimmy Shaw, reconocible por su aparición en series televisivas de éxito, aparece y desaparece sin más, teniendo un personaje que daba para mucho más. Y o bien el montaje le quitó escenas o en el tramo final no entendemos nada de sus actos. Así si la interpretación es buena da la sensación de ser bastante menor.
Y esto se puede extrapolar tanto al veterano Denis Rafter, calamitoso su tramo final donde su personaje debería sorprendernos y es justamente todo lo contrario. Uno se ve venir el giro de guión desde la incursión a la mina. Una pena. Como a Kimberley Tell, aunque esta si hace una interpretación floja, lo diré abiertamente. No solo su perfil no está muy elaborado, sino que su defensa del mismo deja mucho que desear.
Así que estando en una cinta más bien dramática y los personajes, el guión y las situaciones fallan, pues apaga y vámonos.
Ah, no quiero olvidarme de los secundarios. Pobrecitos míos. El niño, abandonado, el chico con trastorno fatal usado, al igual que su “jefe” y sus chicas. Todo un batiburrillo que no hay quien se explique. Porque, ¿Alguien me puede decir que aporta, o que fuerza tiene, la fiesta y que todos se coloquen? Si luego resulta que Jack estuvo en la cárcel por atropellar a un hombre. Y que sí, que iba borracho, pero de ahí a mostrarlo, en este momento, como un politoxicómano tiene un trecho.
Lo mismo nos pasa con las escenas en la mina. Bien, tenemos al guardés de turno, que será “molestado” por presencias o vete tú a saber. Pues todo esto está carente de fuerza, y menos aún de ritmo. ¿Alguien me puede explicar porque el elevador funciona cuando quiere? No sé, tantas “licencias” que uno no sabe ni que está viendo y ni si algo tiene sentido. Porque estando en una mina abandonada las posibilidades de terror son inmensas. Pero no, no se usan ni aprovechan medianamente bien, una pena.
Por otra parte, la trama romántica es muy de estar por casa. De telefilm del mediodía, pero de los flojos. Y es una lástima, ya que el triángulo, supuestamente, amoroso daba para algo más. Cosa similar nos pasa con todo lo relacionado con la fe religiosa. Parece que la cinta quiere apuntillar el tema del fanatismo religioso, pero naufraga en este intento. Una pena.
Y es que el personaje que debe sujetar esta trama es abandonado a mitad de la cinta, y, otra pregunta, ¿Para qué vale el bautismo de Jack? No lo entiendo, porque no aporta nada a la trama de ningún personaje, ni principal ni secundario. Vamos que no me quedó nada claro que es lo que quería mostrarnos el director durante todo el metraje.
Al menos al llegar a la parte final, por fin, tendremos un viraje al cine de terror que nos esperábamos encontrar. Tenemos una mina, unas muertes misteriosas años atrás, un padre, de Jack y Mike que era todo un cabrón, y la muerte misteriosa de la hermana. Pero aquí el bueno de Miguel Ángel Jiménez hace un refrito que nos deja alucinados con lo flojo del mismo. Encima que llevamos más de hora y cuarto tragándonos un drama flojo, cuando llega el clímax este es de estar por casa.
Y sí, tenemos un deforme clásico, una situación igualmente clásica y algún momento reseñable. Como el intento de violación de Alma por el deforme. El cual nos deja entrever que si hay posibilidades de hacer algo interesante, e intenso, pero no se quiso. De hecho la resolución de todo el asunto es pobre hasta decir basta. Falta de ritmo, de fuerza y ya la muerte del viejo que es calamitosa. Del siguiente momento mejor no decir nada, dejan al gran “monstruo” como un simplón imbécil sin más. Una pena.
Y es que la cinta no sabe ni a qué juega. A mi me da la sensación que quiso ser algo que ni se acercó a ser. Y no voy a ser yo quien la catalogue, faltaría más. Al menos el director aprovechó a su cantante protagonista para meter un temita, que tampoco pinta absolutamente nada, y que les servirá como publicidad. Aunque no estamos ante un gran vendedor de discos.
En definitiva, un título menor que no se sabe a qué juega pero que nos deja un sabor de boca más que agridulce, eso que potencial tiene, y buenos rubros técnicos también.