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Crítica- Ruby (1977)

“Otra explotación de posesiones de la década de los setenta”

Debido a los éxitos de El exorcista, 1973, y Carrie, 1976, fueron innumerables las explotaciones que surgieron a lo largo del globo, así George Edwards decidió producir un guión propio coescrito junto a Barry Schneider que estuviese protagonizado por la famosa, y recientemente nominada al Óscar por su aparición en la propia Carrie, Piper Laurie, que también participó en otras cintas de género, como Trauma, 1993. Recayendo la dirección en un Curtis Harrigton, antes de abandonar el cine en favor de las series de televisión, ya que el guión quería mantener los niveles de sus cintas ¿Quien mató a Tía Roo?, 1971, o ¿Que le pasó a Helen?, 1971, lejos quedaban ya sus participaciones con Roger Corman y la serie B, como Planeta sangriento, 1966, entre otras.

En el elenco también encontramos a Stuart Whitman, [Macabra, la mano del diablo, 1981, o Night of the lepus, 1972], la debutante Janit Baldwin [Humongous, 1982], Roger Davis, [Abejas asesinas, 1974], del propio Harrigton, o Len Lesser, [La casa de la abuela, 1989].

Ruby está embarazada de Nickki cuando Jack y sus chicos le asesinan, todos forman parte de una banda mafiosa. 20 años después Ruby regenta un autocine libre donde tiene contratados a todos los antiguos miembros, donde Vince es su más fiel trabajador. A su vez la hija de Ruby, Leslie, es sordomuda y la trae de cabeza. Entonces comenzarán a aparecer trabajadores muertos y Ruby cree que es debido a Nickki por lo que Vince pide ayuda al Dr. Keller, el cual tiene conocimientos de parapsicología, así descubrirá que Leslie está poseída por su padre.

Película con demasiados altibajos que tiene tantos detractores como seguidores, el que aquí escribe se sitúa en un término medio. Reconozco que el guión flaquea estrepitosamente en diversos aspectos y situaciones, las licencias por parte de Harrigton, para estabilizar el guión, resultan algo calamitosas, pero, igualmente, encontramos grandes momentos. Una dirección en los momentos terroríficos muy aceptables, aunque ciertamente nada originales, no olvidemos que estamos ante una especie de explotación.

En los setenta las explotaciones del fenómeno de las posesiones o el satanismo pobló la cartelera mundial, aunque dentro de esta cartelera esta cinta es un producto más que digno, pero, ciertamente, nos deja con ganas de algo más.

Apuntar que la película que podemos ver en el autocine es Attack of the 50 foot woman, dirigida por Nathan Juran en el año 1951, y para el que no la haya visto decir que la destripan bastante ya que vemos varias escenas de la misma.

Quizá el perfil de Leslie, interpretado fríamente por Janit Baldwin, ya que una cosa es ser sordomuda y otra es usar dos registros faciales, sea una pequeña losa para la película, y ni siquiera las grandes interpretaciones de Piper Laurie, de largo la mejor de este producto aunque hay momentos donde sobreactua en demasía, y Stuart Whitman, que cumple a la perfección aunque usa sus técnicas habituales. Whitman siempre usa los mismos métodos, algo realmente curioso por otra parte, y al igual que pasa con Leslie, el personaje del Dr. Keller es muy flojo y contienen la gran mayoría de licencias, nadie se puede creer sus formas como parapsicólogo, y más aún en una década con tantísimos ejemplos. En sus líneas de guión encontramos algunas “perlitas” que provocan la carcajada mas que introducirnos en una escena terrorífica.

Algo sorprendente es la violencia de las muertes, hay que saber que estamos ante una serie B al uso, y la cantidad de gore usado en las mismas. No resultan demasiado impactantes pero si suben enteros a esta producción, además los diversos primeros planos de nuestro fantasma, con la cara “cosida” a tiros, ayudan a crear tensión. Aunque es cierto que le falta un toque más terrorífico, como el que protagoniza Leslie con este mismo efecto en uno de los momentos de posesión, donde hasta veremos, y ya de forma descarada, momentos calcados de El exorcista.
Aunque hay que reconocer que este momento fue censurado durante años en El exorcista, así que los críticos de esta escena deberían ser más consecuentes y francos, al igual que no entiendo el porqué se critica tanto el momento donde esta habla poseída por su padre, no me parece un momento tan malo, mas bien todo lo contrario.
Ni el descubrimiento del frasco de Ruby, o los sucesos que acontecen en el autocine al final del metraje, potentes pero faltos de garra.

El final es intenso, siempre me recordó a ciertas películas de zombies, tanto anteriores como posteriores, y eso que es un fantasma el responsable de todo, aunque no le faltan similitudes con los muertos vivientes. Y el plano final, que se pretendió cambiar pero que gracias a Harrigton y Piper Laurie no se realizó, es bastante interesante, aunque es verdad que le falta un toque más terrorífico, pero cumple, que demonios.

Otra explotación de posesiones de la década de los setenta, ni es culto, ni es bodrio, aunque parece que solo puede tener ambas calificaciones. La cosa es que vista a día de hoy puede resultar algo lenta, en momentos, y falta de ritmo terrorífico, pero hay que reconocer que cumple como entretenimiento del aficionado al género, especialmente al setentero, genial década por otra parte. Además la incursión de gore siempre ayuda, y aunque pudo dar más de sí no deja de ser una producción apreciable.

Óscar Arias

La Mansion del Terror - 6

6

Género; Posesión - Terror - Venganza - Exorcismo

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