“Serie B ochentera de posesiones demoniacas y brillitos verdes. Solo para frikis sin prejuicios.”
Estamos ante un clásico producto de Serie B ochentera dentro del género. Donde al director de turno, en esta ocasión Michael Dugan, le da por hacer una cinta de terror entremezclando diversos subgéneros de moda. De hecho el director solo rodó dos títulos más, y ninguno de ellos dentro del género. Al menos sí supo rodearse de un elenco de cierto renombre. Así como protagonista tenemos a la chica Playboy Bobbie Bresee, a la que también veríamos en “Evil Spawn” en 1987, o “Ghoulies” en 1984, junto al veterano Marjoe Gortner, que siempre recordaré por protagonizar “El alimento de los dioses” en 1976, entre otras muchas. A estos les acompañan un interesante elenco, donde podemos destacar a Norman Burton, visto en “Simón, el rey de los brujos” en 1971, a Laura Hippe, una veterana que se despediría con este título, o la cómica LaWanda Page.
Lo que siempre me resultó sorprendente es como algunos “críticos”, emparentaron a esta cinta como un producto sacado a raíz de “El exorcista”, con la cual no guarda absolutamente nada en común. De hecho el tipo de posesión que tenemos en esta cinta es más cercano a los vistos en “Posesión infernal” dos años antes. Y sí, hasta podríamos decir que guarda bastantes similitudes con el clásico de Raimi. Aunque este tipo de cine, claramente de serie B, ochentero inundó las pantallas durante toda la década. Y fue una auténtica maravilla.
Además los efectos son obra del mítico John Carl Buechler, si el de “Troll” o “La novia de Re- animator”, y se nota el claro toque ochentero, y muy gamberro. Porque lo más destacable de esta cinta, de largo, es el gore y el demonio que vemos en la parte final de la cinta. El cual, por cierto, nos sonará de haberlo visto en mil y una ocasiones, y es que la Full Moon, entre otras productoras, explotó este tipo de make up. Porque lo único, prácticamente, que hace bien Michael Dugan, es mostrar gore de una forma alocada, y, a veces, sin ningún sentido.
Así tendremos explosiones craneales, ojos fuera de sus órbitas, quemaduras mortales, levitaciones con caídas brutales, y hasta unos demonios que salen del pecho de nuestra poseída, que son una auténtica maravilla. Y sí, que esto se ha visto más veces, pero estamos en pleno 1983, no lo olvidemos.
Porque, además del citado gore, solo cabría destacar los desnudos, del todo gratuitos, de Bobbie Bresee. Es lo que tiene contar con una playmate, ¿no?. Y, qué demonios, estos desnudos se agradecen totalmente. Porque si tenemos que centrarnos en la historia, o los diversos rubros técnicos estaríamos apañados. Nada se salvaría de la quema. Solo el tono de Serie B, me repito, que tiene todo el asunto.
Porque la historia no tiene ningún sentido. Hay ecos de posesiones, demonios, y una especie de maldición familiar. Vamos un refrito de elementos de “Poltergeist”, “Superstition”, “Posesión infernal” y cintas del estilo. Pero todo mezclado en una batidora que no debería tener ni pilas. De hecho los guionistas, Robert Barich y Robert Madero son los productores, y, hasta Barich se encarga también de la fotografía, os podéis imaginar.
Así todo el elenco queda bastante retratado, y a mal. La propia Bobbie Bresee intenta, una y mil veces, tratar de dramatizar su personaje, pero es imposible. Y pasa casi lo mismo con Marjoe Gortner, y de este sí podemos afirmar que era un buen actor, y más que solvente. Además el histrionismo de LaWanda Page no encaja en ningún lado. Menos todavía con el Doctor que es el salvador. Un perfil tan clásico como mal tratado. Y así podría enumerar a casi la totalidad del elenco. Aunque quizá en la sala de montaje quedasen cortadas escenas que explicasen algo de todo el asunto. Porque que alguien me explique por qué sangra el cuadro… entre otras lindezas.
Y por si no fuese poco la parte final tiene unos saltos temporales que nos dejan del todo helados. No, no pienso hablar de los innumerables fallos de raccord, con estos de continuidad tengo más que de sobra. Aunque, al menos, en este tramo final el demonio cumple a las mil maravillas, las cosas como son. Además, las luces de colores hasta quedan bien. Así, si sabemos que estamos ante una Serie B, estamos ante un título del todo disfrutable. Vamos, un servidor lo ha disfrutado, aun con sus innumerables errores y fallos. Pero entre el gore, los desnudos y el demonio, con demoncitos en los pechos que son geniales, y muy Empire de la época, me pudieron. ¿Y qué decir del momento final? ¿Una copia/ homenaje a Creepy? Desde luego tiene toda la pinta… y casi mejor no opinar de esta “barrabasada”.
Por lo que estamos ante otro subproducto más de la gloriosa década de los ochenta. Donde nada aporta al género, nada más que desparrame gore, y no tanto, y desnudos del todo gratuitos. Si no hubiese tratado de ser tan solemne tendría mayor fama. Aunque, con todo, siempre me gustó. Estos híbridos ochenteros de posesiones demoniacas, maldiciones y gore me encantan. Aunque sí, es importante saber qué tipo de producto nos vamos a encontrar, que nadie se escandalice a toro pasado.
Óscar Arias
La Mansion del Terror - 6.6
6.6
Género; Posesión - Demonios - Gore – Nudie