Crítica- El guardián de las palabras (1994)

“Animación simple en una aventura simpática que evoca a los ochenta”

En la década de los noventa hubo un boom de cine de animación, tanto infantil como destinada a públicos más adultos. Disney presentó grandes producciones al igual que Pixar, pero otras compañías, como en este caso la 20th Century Fox trató de adentrarse en ese nicho de mercado. Y con esta “El guardián de las palabras” lo que hizo fue unir imagen real con animación, como ya habíamos visto en “Roger Rabbit” (1988) o “Cool World” (1992). Pero de una manera distinta, teniendo separada la animación de la imagen real. Algo que volveríamos a ver en “Space Jam” (1996).

Así se optó por el director Joe Johnston, “Cariño, he encogido a los niños” (1989), para encargarse de la imagen real, y de Pixote Hunt, “Fantasía 2000” (1999), para hacer lo propio con la animación, que es la que ocupa la mayor parte del metraje. Y como protagonista tenemos al joven Macaulay Culkin, que en esos años gozaba de una fama enorme gracias a su participación en la saga “Solo en casa”, que está acompañado de Christopher Lloyd, siempre recordado como Doc de “Regreso al futuro”, en la imagen real y con las voces de actores de la talla de Whoopi Goldberg, Patrick Stewart o  todo un Leonard Nimoy.

La historia es infantil, y trata de evocar el interés por la lectura y la imaginación de este público. Así un niño temeroso acabará entrando en una biblioteca donde vivirá una aventura mágica acompañado de libros y sus historias. Con libros de terror, aventura y fantasía, siempre eché en falta la ciencia ficción, que por pedir. Donde le acompañaremos a ver al Dr. Jeckyll y Hyde, a Moby Dick, los seres diminutos de Gulliver, piratas y su tesoro o hasta un dragón.

Todo en un tono muy ligero, muy de estar por casa, lo cual hará las delicias de los más pequeños y a los que nos pilló la época, en cierto modo nos saca una sonrisa. Aunque un servidor ya en 1994 no me pilló tan pequeño, jajaja Pero si bien en su época no fue una cinta que viese, tardé varios años en verla, no la guardo un mal recuerdo, y, no sé porqué, siempre tengo en la mente que es de los ochenta, y nada más lejos de la realidad. Aunque tiene ese tufillo característico.

De hecho el tono alude en momentos a los ochenta y hasta el cine Disney de décadas, varias, pasadas, pero tratando de desmarcarse, especialmente de lo que hacía Disney en esos años. Recordemos que fue una década de enorme apogeo de la compañía. Con un dibujo simplista que recuerda a tiempos pasados, vamos muy alejado a Disney, se nota que este detalle trataron de tenerlo en todos los aspectos de la cinta.

Y tiene un gran acierto, su escasa duración, apenas 72 minutos. Lo cual la hace de fácil consumo y no da tiempo a los momentos bajos, al revés. Mete elementos de los tres tipos, los ya nombrados terror, aventuras y fantasía, y sabe mantener el tono con una historia simplona a más no poder, que nos recordará a otros cuentos en innumerables ocasiones.

No puedo dejar de hablar de la formidable partitura que James Horner, que en esta ocasión nos regala una banda sonora de quilates. La cual solo tiene un pero, y es que está muy, pero mucho, por encima de la propia película. De esas bandas sonoras que desde el principio de la cinta evocan a los ochenta y a un cine mágico y sorprendente. Maravillosa.

Por lo que para pasar un ratito entretenido si nos da, aun sin ser un título en absoluto destacable. Pero si me hace pensar, ¿porque no se hacen cosas de este tipo en la actualidad? Con las mejoras técnicas que hay, nunca entenderé porqué ninguna compañía arriesga y nos muestra cine de animación de este tipo, uniendo imagen real y animación de calidad. Ahí lo dejo. Que ya es todo ordenador y, desde luego, no es lo mismo.

Óscar Arias