“Cine independiente mexicano de fantasmas. Tratando de retomar la esencia”
De manos de la productora independiente Amore Films aparece el debut del director tapatío, de la provincia de Guadalajara, México, Sam Reyes. Y, como no podía ser de otra forma, decide llevar a la luz un guion, obra de Mario A. Pérez González, de casas encantadas, como bien manda la tradición mexicana. Y es que cuantísimos grandes largometrajes fantasmales nos ha regalado la filmografía mexicana, y sí, de esto hace muchas décadas, pero parece que en los últimos años ha resurgido una nueva ola de directores mexicanos con ansias de terror. Y solo puedo darles las gracias, aunque la calidad no llegue a la vista en el cine de los 50, pero es que el nivel fue altísimo. Pero poco a poco.
Así lo que tenemos es la enésima revisión de la casa encantada maldita o con fantasmas a los que algo les pasó en el pasado. Y bien, lo primero que hay que situar es el bajo presupuesto de este largometraje para, así, poder calificarlo en su justa medida. Y en este aspecto lo que más sorprende es su factura técnica. La banda sonora es de quilates, realmente me ha sorprendido gratamente este tratamiento, muy deudor del cine italiano, por cierto. No obstante, el autor es el italiano Saverio Rapezzi. La fotografía, de la cual leí maravillas, no me resultó tan fascinante. Bien es cierto que el trato es bueno, y la luz está muy cuidada, pero no entendí el porqué dejar las sombras tan sumamente negras, especialmente en el tramo inicial, o el matiz de ver los sueños en ese color tan rojizo- rosáceo, aparte de tener un tono cercano al telefilm. El montaje cumple, aunque algunas de las trampas no me encajaron. Sam Reyes, que también se encarga de este aspecto, trata de mostrar elementos del cine asiático, cámara fija, con el americano, cámara en movimiento, y a veces este híbrido queda peor que mejor.
Porque la sombra de James Wan planea durante largos momentos de este largometraje, y los ecos, nunca mejor dicho, de “Silencio desde el mal” sobrevuelan en nuestra mente en no pocos momentos. Detalle en absoluto negativo, aunque esta cinta no sea, ni de largo, lo mejor de Wan. Porque “El eco del miedo” mama de demasiadas cintas, y son muchas las que nos vienen a la mente durante su metraje. Y no solo por el hecho de estar la acción ubicada en una casa maldita, sino por el tono y la dirección. Sam Reyes trata de seguir las pautas marcadas por el género, pero, en algunos momentos, se pierde en estas pautas. Así los sustos pudieron dar más de sí en la mayoría de los casos, estando estos, por cierto, bien tratados, vamos, según mandan los cánones. Aunque les falten un algo.
El elenco, por otra parte, cumple. El protagonismo recae en la holandesa Sarah Nichols, quién parece una mexicana de toda cepa, la cual realiza una interpretación que va de menos a más. Y es que en el tramo inicial parece perdida, para ir haciéndose con su perfil poco a poco. Pero he de hablar de Carlos Hoeflich, quién interpreta a Jonás, el viejo que cuenta la clásica historia de fantasmas pasados. Vamos, un clásico del género. Y he de decir que su actuación está sobreactuada y muy subida de tono, y es del todo perfecta. Creo que es, de largo, lo más llamativo de la cinta. Me encantó volver a ver a un personaje clásico de nuestro cine tan bien perfilado en el guión de Mario A. Perez Gonzalez, y tan sumamente bien interpretado, de diez.
Porque si bien el guión hace alguna que otra agua no se sale de los cánones del cine fantasmal. No buscan, en ningún momento, la originalidad, ni el destacar de una forma forzada. Y aquí reside otro de los aciertos de este largometraje. Sam Reyes conoce sus carencias y las asume. Y esto nos lleva a tener un largometraje de poco más de 70 minutos, otro gran acierto, que cumple con nota, sin ser, siendo del todo sinceros, nada del otro mundo.
Además, el tramo final baja algún que otro entero. Porque el desenlace está algo forzado y obliga al espectador a revisar mentalmente todo el metraje, y desgraciadamente este truco de guión no queda del todo empacado. De hecho, nos deja algo fuera del propio film y, por momentos, parece un final para salir del paso.
Tampoco puedo dejar de comentar el tratamiento de la aparición fantasmal, la cual si bien tiene una caracterización bien clásica, y hasta plana, se le consigue sacar un partido atroz gracias a un gran trabajo de cámara y montaje. Estos matices son los que deberían chequear los grandes presupuestos, ya que con menos dinero, pero con ideas, se pueden lograr grandes matices. Y hasta en las apariciones fantasmales sí me pareció correcta la fotografía, aunque eché en falta algo más de luz, o mala leche por parte del director. Pero es que siempre queremos más, jajaja
En definitiva, estamos ante un gran primer trabajo de Sam Reyes dentro del universo fantasmal mexicano, aunque más bien centrado en los cánones norteamericanos. De hecho se nota el entusiasmo y profesionalidad de este trabajo, y esperamos que la productora Amore Films no tarde en ofrecernos nuevos proyectos, y si son dentro del cine de terror mejor que mejor. México debe resurgir, su tradición dentro del terror y el fantástico lo merece, que el Día de difuntos todavía puede dar muuucho juego.
Óscar Arias
La Mansion del Terror - 7.2
7.2
Género; Casa Maldita - Fantasmas