Crítica- Cazadores de sangre (2009)

“Steven Seagal luchando contra vampiros al estilo Blade, pero en cutre”

Segunda incursión de Steven Seagal dentro del cine de género, recordemos su lucha contra un grupo de jamaicanos practicantes de Vudú en Señalado por la muerte, 1990, producidas ambas por el mismo Seagal. En esta ocasión la dirección recae en las manos del director de fotografía Richard Crudo que debuta detrás de las cámaras. Acompañando a Seagal tenemos al especialista Tanoai Reed, el cual ha participado en gran cantidad de películas de acción de Hollywood, a Linden Sabih y Dana Midwinter vistos en Anaconda 4, 2009, a Skye Bennett, [Está vivo, 2008], o al veterano Keith David, visto en La cosa, 1982, o Están vivos, 1988.

Una extraña infección ha convertido a la mayoría de la población en vampiros sedientos de sangre humana, para aniquilarlos está la patrulla de cazadores guiada por Tao los cuales irán a un complejo médico a rescatar a un grupo de supervivientes. Mientras los mandos militares quieren destruir la zona ya que temen que se expanda la plaga al estar esa zona masificada de vampiros.

Casi 20 años después el mítico actor Steven Seagal, maestro de Aikido y conocido por cualquier aficionado que se precie, retoma el cine gore aunque en esta ocasión totalmente introducido en el género con unos vampiros que parecen una mezcla entre vampiros, zombis e infectados a lo 28 dias después que resultarán tener inteligencia y son deudores de los vampiros del genial libro Soy leyenda de Richard Matheson, y mejores que los de la cinta homónima protagonizada por Will Smith, Soy leyenda, 2007.

No obstante los propios vampiros dicen que los humanos son los monstruos, aunque este gran elemento del guión queda del todo desaprovechado. De todas formas estamos ante un título bastante flojo, lo que no logro comprender es como Richard Crudo siendo director de fotografía tiene una fotografía pésima en este su debut. Excesivamente oscura hasta en los primeros planos, algo pocas veces visto, salvo en el cine amateur. Además la dirección de Crudo deja mucho que desear, por no usar ni usa las genialidades técnicas de un Seagal algo mayor y fondón, pero no entendí el porqué usa solo una espada en vez del genial arte marcial del Aikido, una pena.

De hecho su compañero de reparto Tanoai Reed, que es un miembro del escuadrón de Seagal, es el encargado de las peleas cuerpo a cuerpo mas espectaculares, y aún así dejan bastante que desear. Sobretodo por la floja dirección y lo oscuro de los planos, aunque el enfrentamiento contra el vampiro gigante es bastante interesante.

Otro aspecto que no comprendo es el desuso de las mujeres del grupo de Seagal, no hablan, no matan vampiros y mueren de forma realmente ridícula.
El resto del elenco realiza unas interpretaciones bastante flojas, ciertamente los perfiles son muy flojos pero ningún actor parece involucrado en el proyecto, salvo quizá en las pequeñas secuencias donde cada personaje tiene su momento de protagonismo, detalle este que siempre odie y que deja en muy mal lugar a dichos actores.

Si me ha sorprendido el nivel de gore, es un no parar, y si ciertamente el visto en Señalado por la muerte es mucho mas impactante el que tenemos en esta producción cumple y satisface a cualquier goreadicto que se precie. Aunque en los momentos donde se mata a niños vampiros hubiese sido un acierto total ver la acción en primer plano.
La parte final es muy cutre, totalmente típica del cine de acción televisivo de los 90, es decir intensa, a priori, pero totalmente fallida debido a una dirección casi inexistente y un montaje bastante flojo.

Steven Seagal luchando contra una especie de vampiros en plan Blade pero en cutre, se hecha de menos verle demostrando lo magnífico luchador de Aikido que es y, lamentablemente, sus peleas dejan bastante que desear. No obstante la cinta tiene elementos interesantes, pero al estar poco aprovechados pasan inadvertidos, una pena. Esperemos que Seagal, actor amado u odiado, vuelva a rodar una cinta de género, pero que sea con el Aikido y rompiendo huesos gráficamente, algo que siempre quise ver. Aunque bueno, siempre nos quedarán sus joyitas ochenteras.

Óscar Arias