Crítica- Campamento de verano (1983)

“Slasher de culto con final mítico”

Robert Hiltzik es el responsable de la saga de CULTO “Sleepaway camp” que tuvo un reflote a principios del S. XXI gracia a la creación de su web oficial y las convenciones de la mítica revista Fangoria. Estos provocarían el reencuentro y posterior rodaje de la quinta entrega de la saga, Return to sleepaway camp, 2008. Lo que siempre resultó curioso es el porque Hiltzik no rodó ninguna otra película de género, ni tan si quiera se involucró en otros proyectos, de hecho hasta se le dió por muerto en distintas ocasiones, aunque parece que regresó, esperemos que para quedarse, eso sí, podría ofrecer algo apartado de la saga que le dio a conocer.

Las dos estrellas de la película Felissa Rose, quién en este nuevo siglo ha decidido participar en diversos proyectos de género de bajo presupuesto, como Nikos the impaler, 2003, Horror, 2002, o diversas producciones de la Troma, y Jonathan Tiersten, que dejó la carrera actoral, han repetido en la nueva aventura de Angela. Del resto del elenco cabe destacar a Katherine Kamhi y Paul DeAngelo, que participaron en Locura sangrienta, 1984, a Christopher Colleta, que vimos en The langoliers, 1995, o al veterano Mike Kellin, que se retiró después de este rodaje.

Años atrás Angela ve como, por accidente, su padre muere en un campamento de verano. Pasados los años irá junto a su primo Ricky a un campamento donde al principio no hablará con nadie. Pero pronto comenzarán a sucederse una serie de asesinatos, entonces Mel, director del campamento, trata de mantenerlo en secreto pero las muertes se siguen sucediendo. Pronto las sospechas caerán sobre Ricky, pero el asesino sigue su espiral de muerte.

Nos encontramos con uno de esos slashers de la primera época que ya copian descaradamente los cánones establecidos por Halloween, 1978, y, especialmente, Viernes 13, 1980, pero destacando por méritos propios. Aunque bien es cierto que no obtuvo su reconocimiento de película de culto hasta pasados varios años, no así su Killer, ya que Angela se encuentra entre los grandes asesinos de campamentos veraniegos.

Es curioso como el guión funciona sin tener nada destacable, es mas de lo visto en las recientes producciones camp con asesino suelto. Es decir, muchos jovencitos, algo de destape, ropas que a día de hoy provocan la risa fácil, aunque no olvidemos que en otras producciones vestían igual, y no solo dentro del cine de género, algún que otro momento tenso, y muertes violentas. Lástima que no sean excesivamente gráficas aunque cumplan, y un final sorprendente, que es de lo mas recordado de esta película, siendo una de las razones, por no decir la gran razón, de porqué se convirtió en título de culto.

La historia juega con el espectador de forma muy tramposa, de todas formas a pocos títulos del estilo que se hayan visto sorprende a bien pocos, aunque hay que reconocerle a Hiltzik su esfuerzo en seguir los cánones del reciente creado slasher y tratar de innovar, siempre dentro de sus posibilidades, que no eran muchas.

De todas formas hay que reconocer que los perfiles son del todo correctos, no hay pegas al respecto, y las actuaciones cumplen, que no es poco.
Aparte Hiltzik tiene claro como diseminar las muertes durante el metraje, algo muy importante que cada vez se tiene menos en cuenta, ya que si el ritmo baja aparece una muerte de repente, para animar un poco. Hay que reconocerle a Hiltzik que lo consigue, además va mas allá de la propia violencia, en su guión introduce elementos de pedofilia y abuso de menores, o intento, algo que pasó muy desapercibido en su época pero que es realmente novedoso, especialmente con la censura rondando. Y es que la muerte del cocinero, un gordo pedófilo, es gratificante, tensa, y muy entretenida… jajaja Además no olvidemos la relación homosexual que es una de las taras de nuestro killer, en el mas claro estilo giallesco, por cierto.

Por otra parte la resolución de la trama está cogida por pinzas, se nota como Hiltzik en este tramo sabe que quiere contar pero no como lo quiere hacer. Solo sabe que tiene un final en mente muy potente al que tiene que llegar de alguna forma, así nos perdemos alguna que otra muerte, no diré spoilers. Y casi de la nada llegamos a una resolución, que si bien no llega a los niveles de los vistos en Carrie, 1976, o Viernes 13, 1980, dos de los finales mas recordados del género, este que nos ocupa estaría muy cerquita de estos, para no perdérselo.

Un slasher normalito que gracias a algunas de sus ideas consiguió convertirse en saga, ya son cinco entregas, donde la cuarta no es mas que un documental sobre las tres anteriores, y que con el paso del tiempo se convertiría en cinta de Culto. Aún así hay aficionados que no aprecian este título, aunque cualquier seguidor de los slasher ochenteros lo disfrutará enormemente, es mas, recomiendo hacerse una sesión larga con la trilogía ochentera de Angela.

Óscar Arias